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Mi experiencia como familia de acogida por Alejandra Catán

Biobio |

25, Ene, 2024

in contarle a nadie y llena de miedo y mitos, pensando en que no cumpliría con las condiciones por ser soltera y no tener hijos, inicié el proceso de evaluación. Después de seis meses fui declarada idónea, marcando el inicio de un camino como familia de acogida, para evitar que niñas y niños que han tenido que ser separados de sus familias por vulneración de derechos, fueran ingresados a residencias del Sistema Nacional de Menores, ex Sename, hoy Servicio Nacional de Protección Especializada para la Niñez y la Adolescencia o ‘Mejor Niñez’,

A diferencia de mucha gente a quienes les complica esto de ser cuidador “temporal”, para mí que fuera temporal fue bueno, porque puedo cuidar a los niños un tiempo y en algún minuto ellos van a tener su situación definitiva, y yo puedo seguir siendo cuidadora de otro menor.

Mi primera experiencia fue con dos hermanos. Lo recuerdo como un proceso muy desafiante. Fue un caso muy difícil, me costó mucho, se trataba de niños que habían sido muy vulnerados y mientras algunos ven en ellos solo el mal comportamiento, desconocen toda la historia de vida que arrastran a su corta edad.

Esa primera experiencia también me brindó la oportunidad de ver transformaciones significativas. A veces me cuestionaba si iba a ser capaz de lograr cambiar la vida de este niño, y finalmente entendí que sí se puede, porque a él le faltaba esa oportunidad de vivir en familia y no en una residencia.

Recuerdo a Cristian, uno de los dos hermanos que acogí y quien, antes de irse con una familia, me pidió que siguiera siendo familia de acogida para otros niños. Si bien una vez que partió no tuve más noticias de él -porque en ese momento el sistema lo prohibía-, mi compromiso se vio recompensado cuando Martina, una niña que estuvo conmigo por un año y tres meses, fue adoptada por una familia que me considera parte de su vida. El sistema hoy permite mantener el vínculo y eso me permite verla recurrentemente.

Hoy cuido a una recién nacida, de cuatro meses. Es mi cuarta experiencia en seis años. A diferencia de las veces anteriores, debido también a los cambios positivos del sistema, hoy me encuentro de postnatal por ser cuidadora de esta pequeña.

Según el documento “El Poder de Cuidar en Cifras” publicado por Mejor Niñez, actualmente un total de 8.809 niños, niñas y adolescentes son atendidos en programas de Familias de Acogida (FAE). De estos, 4.690 son mujeres, y 4.119 hombres. Mientras que en proyectos de Cuidado Alternativo Residencial son atendidos un total 4.708 niños, niñas y adolescentes, de ellos 2.576 mujeres y 2.132 hombres.

A pesar de la cifra significativa de niños en programas de FAE, la realidad es que más de 4.600 niños, niñas y adolescentes aún se encuentran en residencias, sin una familia, subrayando la necesidad crítica de más familias de acogida en Chile.

En la búsqueda por cambiar esta realidad en Chile, en el último tiempo han nacido iniciativas como la “Alianza por el Acogimiento Familiar”, impulsada por las fundaciones Ilumina, San Carlos de Maipo y Colunga, que busca promover y fortalecer la labor de las familias de acogida en Chile.

En agosto de 2023 esta alianza lanzó una Comunidad de Aprendizaje, donde participan cinco organizaciones, entre ellas ProAcogida, de la cual formo parte. En los encuentros ponen en común justamente aprendizajes que día a día han adquirido en el trabajo de acogimiento familiar: el fin es que entre quienes trabajan y conocen el tema, generen acuerdos para construir prácticas que mejoren la trayectoria de vida de la niñez y la adolescencia que está bajo protección y cuidado del Estado. Uno de sus proyectos son las “Incubadoras de Familias” que se centran en la sensibilización, captación, información y acompañamiento a personas interesadas en acoger.

Hay niños que cuentan con una abuela, tío, hermano, que se hacen cargo de ellos al ser separados de sus padres biológicos, pero cuando los menores no tienen esa posibilidad, se van directamente a una residencia que están llenas y no hay cupo, por eso es importante que haya más familias de acogida.

A veces pasa que te inscribes y no te llaman o sencillamente, a veces las dudas inmovilizan. No sabes cómo o dónde inscribirte, los plazos de cuidado o qué pasa cuando los niños se van… Es por eso que queremos que las familias no se sientan solas, sin tener a alguien que les ayude.

Espero motivar a que más personas puedan marcar la diferencia en la vida de niños, niñas y adolescentes vulnerables, buscando garantizar que todos y todos tengan la oportunidad de crecer en un entorno familiar; manteniendo además el vínculo continúo entre las familias y los niños, incluso después de que estos hayan encontrado un hogar permanente.

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